domingo, 11 de octubre de 2009

WIEBER BIJKE: "La tecnología tiene que encajar en la sociedad"

BIJKER BÁSICO
Delft, Holanda, 1951, Ingeniero y Sociólogo.
Tras graduarse como ingeniero en la Universidad de Deft se doctoró en Sociología e Historia de la Tecnología (Universidad de Twente). Junto con Trevor Pinch organizaron el seminario que dio lugar a la publicación del libro “La construcción social de los sistemas tecnológicos” (MIT Press, 1987), señalado como el texto fundacional de la nueva sociología de la tecnología. Dirige el Departamento de Ciencias Sociales y Tecnología en la Facultad de Artes y Cultura de la Universidad de Maastricht.

Entrevista publicada por Revista Ñ el 10 de octubre de 2009 – Bruno Massare
Abstract

De paso por Buenos Aires, uno de los fundadores de la nueva sociología de la tecnología, el holandés Wiebe Bijker, habló con Ñ sobre esta disciplina que impulsa la participación ciudadana en el debate sobre el desarrollo tecnológico. “No se pueden reducir las decisiones a científicos y políticos”, sostiene.

“Algunos colegas dicen que sigo siendo un ingeniero por mi forma de abordar los problemas y que simplemente cambié mi objeto”, sostiene Wiebe Bijker (58), considerado uno de los fundadores de la nueva Sociología de la Tecnología, con respecto a la herencia de su formación previa. El investigador holandés, teórico de una disciplina enfocada en cómo la sociedad y la tecnología se moldean mutuamente, estuvo por primera vez en Buenos Aires para la Primera Jornada Internacional de Estudios sobre Tecnología y Sociedad, organizada por el Instituto de Estudios sobre la Ciencia de la Universidad de Quilmes.
Bijker ha desmenuzado desde la perspectiva la perspectiva del constructivismo social el desarrollo de tecnologías que van desde la bicicleta y el plástico conocido como baquelita hasta aspectos más amplios, como sistemas de irrigación en India y el rol de grupos de mujeres en el sistema público de viviendas de Holanda.
En los últimos años, Bijker amplió el espectro de sus intereses y se involucró en comités de asesoramiento al gobierno en tópicos como biotecnología y nanotecnología. Este mes, el investigador publicó la paradoja de la autoridad científica (MIT Press, en inglés) donde analiza la pérdida de influencia de los científicos y la vigencia de ciertas instituciones académicas, a la vez que propone nuevas alternativas para democratizar las decisiones sobre ciencia y tecnología.
- ¿Por qué cree que nuestra cultura tecnológica es del siglo XIX y necesita ser actualizada?
- En nuestra sociedad actual, la ciencia y la tecnología son tan importantes que permiten hacer cosas que antes resultaban imposible en aspectos como movilidad, comunicaciones, salud o producción de alimentos, pero al mismo tiempo presentan riesgos. Debemos lidiar con problemas que antes no existían y mi punto es que necesitamos pensar en forma creativa sobre cómo mejorar el proceso de toma de decisiones para que sea lo más democrático posible. La nanotecnología seguramente aportará grandes beneficios en salud y en otras áreas, pero si pensamos en la toxicidad que pueden tener ciertas nanopartículas, vemos que hay desarrollos cuyos efectos no están suficientemente estudiados y que conllevan riesgos. Son decisiones importantes como para dejar que las tomen sólo los científicos. Por eso tenemos que experimentar con mejores prácticas de consenso, dejar de pensar en términos de expertos y no expertos, y comenzar a hablar de diferentes tipos de conocimientos. En medicina, por ejemplo, los pacientes tienen un conocimiento diferente, pero no por eso menor al de los médicos, porque experimentar una cierta enfermedad no es algo que esté en los libros.

- Algunos de sus trabajos han sido señalados como el punto de inicio de la nueva Sociología de la Tecnología. ¿Cómo considera que ha evolucionado esta disciplina?
- Sigo creyendo que se trata de una excelente forma de comprender mejor cómo la tecnología es desarrollada, es decir, el proceso que lleva a lo que solemos llamar “invención” pero que no termina en eso, y nos permite entender por qué algunas tecnologías parecen funcionar en un sentido puramente técnico, pero luego fracasan cuando son insertas en la sociedad. O bien cuando una tecnología parece inferior, al menos según la opinión de algunos especialistas y termina siendo exitosa. Muchos investigadores han aplicado la perspectiva constructivista de la Sociología de la Tecnología para estudiar un amplio espectro de cosas, desde la fabricación de instrumentos musicales hasta el diseño de playas en Australia. Otro aspecto interesante es la ampliación de la agenda, y ya no analizar plásticos o dispositivos electrónicos, sino también lo que denominamos tecnologías sociales: estandarizaciones. Las estandarizaciones son tecnologías sociales que disciplinan y que empujan tanto a las personas como a las máquinas hacia un mismo marco conceptual, y la mayoría de las veces solemos estar conformes con eso, porque la estandarización de la electricidad me permite usar mi computadora en cualquier enchufe en Holanda, pero también nos disciplina y, si no sigo las reglas, como tener un adaptador cuando vengo a la Argentina, entonces uno está en problemas. El tratamiento de estas cuestiones se ha extendido en parte gracias a la Sociología de la Tecnología.

ASÍ ESCRIBE
La construcción de la bicicleta
“Para Dunlop y otros protagonistas de los neumáticos con aire, éstos significaban originalmente una solución al problema de la vibración. Sin embargo, el grupo de ciclistas deportivos no aceptaba que fuese un problema. La vibración presentaba sólo un problema a los (potenciales) usuarios de bicicletas con ruedas bajas. Tres grupos sociales importantes estaban, por lo tanto, en contra de los neumáticos con aire. Pero entonces los neumáticos con aire fueron colocados en una bicicleta de carrera. Cuando, por primera vez, los neumáticos fueron utilizados en un circuito de carrera, su entrada fue saludada con una risa burlona. Sin embargo, fue silenciada rápidamente debido a la alta velocidad alcanzada. La bicicleta sobrepasó a todos sus rivales y muy pronto se debió dar ventaja a las bicicletas con ruedas altas si entraban en la competencia conductores con ruedas bajas y neumáticos con aire. Luego de un corto período, ningún corredor con pretensiones dudó en competir con otra cosa. ¿Qué había pasado? Con respecto a dos grupos importantes, los deportistas y el público en general, la clausura se había alcanzado, pero no convenciéndolos de la posibilidad de usar los neumáticos con aire de acuerdo con su significado como dispositivo antivibratorio. Podría decirse, pensamos, que el significado de los neumáticos con aire fue traducido para constituir una solución a otro problema muy distinto: el problema de ir lo más rápido posible”.
De “La construcción social de hechos y artefactos”, Wiebe Bijker y Trevor Pinch en “Actos y Artefactos” (uno).

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